Había una vez un adivino y un rey poderoso y despótico al que le molestaba
sobremanera la atención que el pueblo le brindaba a sus predicciones.
Cierto día, decidió mandarlo a matar, no sin antes dar una lección al
pueblo y al astrólogo.
-Dime, amigo de los astros. Tú que todo lo sabes, ¿podrías decirme que día
vas a morir?
El astrólogo miró al pueblo reunido alrededor de la plaza, miró al verdugo
y pidió unos minutos para consultar a los astros, pasados los cuales el
rey preguntó:
-Y bien, ¿qué te han respondido?
-Mi Señor, no me atrevo a decirlo.
-Dilo ya, ¿o no lo sabes?
-Mi Señor, los astros dicen que moriré exactamente un día antes que su
Majestad….
Sobra decir que el ingenioso astrólogo vivió muchos años en palacio y
cuidado con gran dedicación “por las dudas”.
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