Cierta vez, se corrió la voz de que el diablo se retiraba de los negocios
y que vendía sus herramientas al mejor postor.
En la noche de la venta, estaban todas las herramientas dispuestas en tal
forma que llamaban la atención.
Eran un lote siniestro: odio, celos, envidia, malicia, lujuria,
engaños… Además de otros implementos del mal.
Aparte del lote, había un instrumento de forma inofensiva, en forma de
cuña, muy gastado y cuyo precio era más alto que todos los otros.
Alguien preguntó al diablo cómo se llamaba ese instrumento.
DESALIENTO, respondió
– ¿Por qué su precio es tan alto?
– Porque ese instrumento me es más útil que cualquier otro. Cuando los
demás me fallan, con él puedo entrar en la conciencia de cualquier ser
humano y, una vez adentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa
persona lo que se me antoja. Está muy gastado porque lo uso con casi todo
el mundo, y como muy pocas personas saben que me pertenece, lo puedo usar
continuamente.. . . .
Como el precio para Desaliento era tan alto, esa herramienta no se vendió.
Aún sigue siendo propiedad del diablo…
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