Un escritor francés escribió: «Los padres de familia son los grandes aventureros de los tiempos modernos». En efecto, con todas las presiones que se ejercen sobre ellos hoy en día, criar hijos puede parecer a los padres cristianos una empresa difícil y arriesgada. Pero seamos padres positivos.
Amar a los hijos no consiste sólo en decirles palabras cariñosas; es, ante todo, prestarles atención cada vez que lo necesitan, sin olvidar que no debemos satisfacer todas las exigencias de los niños. Para su bien, es necesario a veces decirles: «No». Con el socorro del Señor, podremos consagrarles mucho tiempo para guiarlos en Sus caminos.
Enseñar la obediencia a un niño no significa gritar todo el tiempo. No, se debe permanecer firme y digno, no prometer ni amenazar sin cumplir la palabra. Recordemos también que nuestra actitud ante Dios debe ser un ejemplo. ¿Nos sometemos con alegría a la Palabra de Dios? Si es así, nuestros hijos lo verán y esto los animará a obedece
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