- Cuando los niños aprenden que la felicidad no se encuentra en lo que una persona tiene, sino en lo que esa persona es.
- Cuando aprenden que dar y perdonar es más gratificante que quitar y vengarse.
- Cuando aprenden que el sufrimiento no se mitiga con auto-compasión, sino que se supera con determinación interior y fuerza espiritual.
- Cuando aprenden que no pueden controlar al mundo a su alrededor, pero que son los maestros de sus propias almas.
- Cuando aprenden que las relaciones mejoran si valoran más la amistad que el ego, el compromiso que el orgullo, escuchar que aconsejar.
- Cuando aprenden a no odiar a una persona cuya diferencia temen, sino a temer ese tipo de odio.
- Cuando aprenden que hay placer en la fuerza de motivar a otros, no en la falsa fuerza de humillar.
- Cuando aprenden que el elogio de otros es halagador pero sin sentido si no se conjuga con el respeto a si mismo.
- Cuando aprenden que el valor de una vida se mide mejor no por los años dedicados a acumular posesiones sino por los momentos dedicados a dar de sí mismo, compartiendo sabiduría, inspirando esperanza, secando lágrimas y conmoviendo corazones.
- Cuando aprenden que la belleza de una persona no se ve con los ojos sino con el corazón; y que aunque el tiempo y las penurias pueden destruir nuestra coraza exterior, nos pueden mejorar el carácter y la perspectiva.
- Cuando aprenden a abstenerse de juzgar, sabiendo que todas las personas están dotadas de cualidades y defectos, y que la aparición de unas u otros depende de la ayuda ofrecida o el daño infligido por otros.
- Cuando aprenden que a todas las personas se les ha dado el don de tener un yo único, y que el propósito de la vida es compartir lo mejor de ese don con el mundo.
- Cuando los niños aprenden estos ideales y cómo practicarlos en el arte del buen vivir, ya no son niños … son una bendición para quienes los conozcan, y valiosos modelos para todo el mundo.
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